sábado, 9 de febrero de 2013

¡Comprendiendo lo Incomprensible!


¡Comprendiendo lo Incomprensible!

Jim Elliot nació en Portland, Oregón, en 1927 y contrajo matrimonio con Elizabeth Howard-Elliot. En 1952 reconoce el llamado de Dios y junto a cuatro hombres más deciden dejar sus raíces y trasladarse a Ecuador y trabajar por la obra. Colaboraba en la preparación de lugares techados para la realización de cultos y clases de doctrina y de lectura y escritura, como de viviendas para las diversas familias misioneras. Las actividades incluían viajes de reconocimiento de varios días o semanas por la selva, a veces a pie y otras en canoas.

Además, habiendo llegado al Ecuador con el pensamiento de alcanzar algún día a los aucas, se dedicó a aprender frases útiles para los primeros contactos, para el caso de que se presentara esa posibilidad.

La oportunidad finalmente se presentó y Elliot, el «lingüista» del grupo, tuvo la posibilidad de emplear a voz en cuello las frases aprendidas, con la esperanza de que fueran oídas por los aucas, como efectivamente ocurrió.

Una vez instalado el grupo en un campamento a orillas del río Curaray, a distancia prudencial del asentamiento auca, procuraron atraer su atención. El primer contacto les dejó la impresión de que se iniciaría un vínculo fructífero, pero sorpresivamente los cinco hombres fueron atacados y muertos a lanzazos

Ahora bien, ¿Por qué Dios permite que atravesemos dificultades que no logramos comprender? ¿Por qué de un día a otro nuestras vidas pueden dar un giro de 180 grados sin importar si es lo que nosotros en realidad estábamos deseando? ¿Por qué cuando más fielmente estamos sirviendo, el camino se torna más duro y cansado?

Un sin número de interrogantes siguen a las ya planteadas, y es que muchos de los sucesos en nuestra vida simplemente son incomprensibles.

Sin embargo hay algo de lo cual debemos estar completamente seguros y permitirnos comprenderlo en su esencia, y es el hecho de que ¡Dios es Justo! Y todo lo que hace lo hace para nuestro bien.

“ Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” Romanos 8:28 (RVR)



….”El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?” Génesis 18:25 (RVR)

Aunque desde nuestra perspectiva humana no alcanzamos entender, Dios lo sabe y conoce todo, absolutamente nada está fuera de su control, ni le sorprende. Cada cosa que Dios nos permite enfrentar son puertas que cierran una etapa que se ha concluido pero que a su vez se abren a nuevas esperanzas, oportunidades, retos y desafíos para nuestro bienestar.

Cada circunstancia en tu vida sucede como parte de un plan mayor, el cual te conducirá a experimentar su gracia, favor, fidelidad, provisión y constante misericordia.

Jim Elliot murió por la causa de Cristo, sin embargo su sacrificio quedó demostrado menos de tres años después cuando un grupo de aucas hizo llegar a Elizabeth Elliot, (viuda de Jim) un mensaje con una invitación a vivir entre ellos.

“Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún” Hebreos 6:10 (RVR)

¿Pueden imaginarse? Compartir, vivir, con las personas responsables de que ese ser que amas no esté con vida. ¿Cómo manejar ese sentimiento de rencor? ¿Cómo respetar, amar y servir a quienes te han hecho daño?, Elisabeth comprendía el llamado de Dios, comprendía que El era soberano, que da y quita, y que nadie puede o debe decir a Dios que hacer, cómo y cuándo hacerlo.

“Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más” Isaías 45:22 (RVR1960)

Elisabeth había tomado para sí, el compromiso de Jim de hacer de esa tribu conocedores de Cristo, y llevarles a experimentar el amor que solo en Dios podemos encontrar.

Poco tiempo después de la muerte de su esposo en una de sus cartas escribió: «Hoy me hallo sentada en una chozita de paja… a pocos kilómetros al suroeste de ‘Palm Beach’. En otra casa de paja, a menos de cinco varas [unos cuatro metros] de distancia, se hallan sentados dos de los siete hombres que dieron muerte a mi esposo»

Aun en este preciso momento, me digo a mí misma, ¿Cómo esta mujer podía estar tan tranquila?… ¡Qué valor!, ¡Qué serenidad!, pero sin duda alguna ¡que profundo amor y confianza en lo que Dios permite!

Sin duda había hecho suyo el sentir de su esposo quien sostenía que “para conocer a Dios primero hay que obedecerle”

¡Jamás podremos llegar a comprender por qué sucede lo que sucede, pero si podemos comprender que lo que sucede está bajo el control de un Dios amoroso y dispuesto a darnos lo mejor!



¡Coram Deo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario